Basado en hechos reales.
- Organizate para mañana, tenemos que
hacer unas gestiones. Debes venir conmigo-. (Dijo, mi media naranja)
Ese mañana, era catorce de Febrero.
Día de San Valentín.
Nos dirigíamos hacia nuestras
gestiones, cuándo me dijo:
- Tenemos que pasar por una
floristería.
- Ah, si? Y eso? Dije; entre contenta y
sorprendida.
- Anacleto me ha dejado el encargo de
comprarle un ramo de flores, para regalárselo a su mujer hoy.
- ¡No me digas! Qué detalle hacia su
chica.¡Estupendo!.
Después de hacer nuestros menesteres,
pasamos por la floristería.
- Morena, bonito ramo de flores has
elegido para Anacleto. ¡Es precioso! Espero le guste a su señora,
me deja a mi esta responsabilidad y no entiendo mucho de estas cosas.
- Seguro que le encanta.
- Yo, ejem... siento no haberte
comprando nada, no he tenido tiempo, ni tampoco me he acordado, la
verdad.
- No te preocupes, no hace falta,
tranquilo.
Al llegar a San Javier, ya de vuelta,
encontramos una buena cola de vehículos en el semáforo, (ahora hay
rotonda).
Se nos acerca una chica a altura de la
ventanilla del coche, con un ramo de rosas en el brazo.
- Señor, ¿quiere comprar una rosa
para su señora? Hoy es un día especial.
- Pues...
-¡Ohhh!. Perdone. ¡Qué ramo mas
precioso le ha comprado!.
- Bueno....yo...
- ¡Que bonito! Y vengo a ofrecerle
una simple rosa, usted perdone.
- No, no, si no pasa nada. Le compro la
rosa.
- ¿De verdad?
- ¡Claro que si!.
- Muchas gracias, muy amable. ¡Vaya
marido que tienes! Estarás contenta.
- Por supuesto que sí. Es muy
especial, jeje. -Contesté yo-.
.Seguimos nuestro camino. Los dos reímos con la anécdota de la vendedora del semáforo.
Al llegar a casa puse mi rosa en agua.
El ramo fue a su destinatario.
Por la noche, al ir a dormir, bajo el cabecero encontré una pequeña sorpresa. Mi media naranja
encontró otra.
Mari Carmen.
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