Me entregué aquella noche con locura
mirándote a los ojos fijamente,
poniendo en el ardor toda mi mente
por libar de tu cuerpo la hermosura.
Hicimos el amor con tal ternura,
que me creí en el cielo y soy consciente
de que nunca jamás un ser viviente
sintiera ni de lejos tal ventura.
Recuerdo las caricias, los jadeos
y tu cálida voz, cuando pedías
que siguiera aumentando mis deseos
para juntar tus ansias con las mías,
prometiendo entre dulces balbuceos
que los tuyos también aumentarías.
Las ansias que tenías
el camino encontraron expedito,
llegando hasta el umbral del infinito.
Cristino Vidal.
2 comentarios:
¡¡Fabuloso!! Gracias por compartir tus bellos poemas con nosotros.
Un abrazo.
Otro abrazo para ti, por tan amable comentario. Aquí estaré hasta que me echéis.
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