miércoles, 1 de abril de 2020

1 Abril

1 Abril


MEMORIAS DE UN SETENTÓN
Yo no soy Mesonero,
pero como él me considero
Cronista del mundo entero.
¡Ah, aquellos días
en la Varsovia nevada
cuando mi corazón ardía!
¡Ah, las muchachas
bajo los abedules
verdes a rachas!
Y Grecia por los suelos
de Olimpia la atlética
hasta Los Dardanelos.
O Italia, con la loba
de Cástor y Pollux
amamantadora.
Después fue Francia,
la de Lyón, París, Versalles…
¡cuánta elegancia!
Allí también en Reims y Ruan
con el Señor de La Salle
repartiendo el pan.
El pan de la enseñanza
a los niños de la calle
sin pitanza ni esperanza.
Amsterdam tenía
una Venecia sumergida
para bogar en barco noche y día.
Pasando a Albión
me encontré con Shakespeare,
el cisne de Avom.
Luego en el ranchero México
de Chiapas y Zacatecas
usando y escuchando su antiguo léxico.
Bolivia y sus altiplanos
y la Argentina pampera
llena de verdor y granos,
con Uruguay a su vera
como una planicie llena
de paz y de sementera.
¡Ay, Paraguay!
¿Y por qué te quiero tanto?
Porque eres guay.
Puesta de sol en Yakarta,
entre el Concierto de Aranjuez
y vinos rubios a la carta.
Y de allí a Singapur
y a la isla de Bali
sobre la mar azur.
Selva Negra de Alemania,
no veo el cielo
entre tanta arbolaria.
Berlín, Berlín, Berlín:
Caída del Muro
y travesía por el Rin.
Bulgaria, Sofía,
catedral ortodoxa
que a las nubes desafía.
Budapest,
dos ciudades en una:
el haz y su envés.
Hungría:
1956,
soviética sangría.
Escocia, lago Ness,
y tras el monstruo no visto,
las Tierras Altas de Ivernés.
Viena de Navidad y Año Nuevo,
capital de la Música
y adornos de acebo.
Brasil de Carnaval
y de favelas paupérrimas
junto al mar.
Marruecos: Marraqués,
Fez, Nador, Alhuceima…
y Casablanca después.
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Antes de viajar,
libros y más libros
incitándome a viajar.

Apuleyo Soto




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