De su libro “Tiempos de Anhelo”
La vieja Celestina no sabía
que su vida tendría que entregar
para poder o, al menos, internar
unir dos almas que desconocía.
Es tal periplo el de esta mente mía
que, en los ocasos de mi naufragar,
yacen los luceros del azahar
encendido. El tiempo todo daría.
Dudo, a veces, de mi voz, este estruendo
que, cuando ha de hablar, calla y, si le agredo
con mi silencio, camufla su atuendo.
Aun ahora, que mi miedo al miedo
me impide hablar, quiero seguir viviendo
y escuchando mi ya marchito credo.
Antonio Cánovas Pinto.
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