sábado, 25 de septiembre de 2021

25 Septiembre

 

25 Septiembre

Yo mismo abrí los cimientos

con pico, guataca y pala,

en aquel trozo de erial

que de padre un día heredara,

y fui llenando las cepas

con la roca calcinada

de otro volcán, ya extinguido,

que años ha robó la calma

a la Benahoare hermosa

adornándola de lava,

inequívoca señal

de ser por Vulcano amada.

Y levanté las paredes,

y puse techo a la casa,

que hasta esta noche de infierno

fue nuestra humilde morada.

También les hice un corral

al bardino y a las cabras

y planté, pegado a un teste,

rosales, claveles, calas,

que Nievita, mi mujer,

con tanto amor las regara.

Mis manos fuertes de joven

la albearon con cal blanca,

y jamás falté al empeño

de dejarla inmaculada

las vísperas de la fiesta

cuando el pueblo se engalana

en honor a su patrona

y en las calles y en la plaza

banderitas de papel

ondean en hilos de bala.

Ayer, antes de salir,

Nievitas hizo la cama,

y recogió los juguetes

de los nietos en la caja.

Dejamos todo en su sitio,

cerramos puertas, ventanas;

nos miramos a los ojos

para darnos esperanzas

de que habrá otros despertares

otras nuevas madrugadas

aquí en nuestra habitación,

aquí, en nuestra hermosa casa,

donde criamos seis hijos

y ahora hemos de abandonarla

porque un volcán impetuoso

nos amedrenta, amenaza

con destrozar nuestro pueblo

y sepultarlo en su lava.

El hombre está cabizbajo

en un lugar de la grada

del complejo deportivo

Nievitas con él, lo abraza,

pero nada los consuela

porque perdieron su casa.

Consumió el fuego recuerdos;

ardió el ropero, la cama,

los retratos, las cortinas,

y la cajita de lata

donde guardaba sus hilos

la mujer junto a una estampa

de la virgen de Las Nieves,

la patrona de La Palma”.

Jaime Quesada Martín

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