18 Octubre
MEMORIAS DE UNA PELUQUERA (V)
Nos montamos en el autobús que nos llevaría hasta Alicante a un hotel de renombre donde se impartía un curso con las nuevas tendencias de temporada.
No eran tiempos de móviles ni nada por el estilo. Acudíamos a las cabinas telefónicas para llamar al fijo y decir a la hora aproximada que regresaríamos a casa.
Yo llevaba una cámara de “carrete”. Me gustaba hacer fotos de los trabajos. Estas cámaras para el que no las haya conocido son de las que no ves las fotos hasta revelado el carrete, con lo cual te llevabas varias sorpresas después. Unas salían quemadas, otras desenfocadas y con suerte algunas que mereciera la pena mirar.
En mitad del curso una compañera me dice:
- Que lástima no haberme traído mi cámara.
- No te preocupes, si salen bien las mías... me das tu dirección y te mando copias.
Y contesta una tercera: - Ahí al lado hay una tienda de fotografía que venden cámaras de usar y tirar, con carretes de hasta 36 fotos. Cuando paremos para la comida si quieres puedes ir a comprarte una.-
Mi compañera se puso tan contenta e hizo lo que ésta le indicó.
Por la tarde la veo toda afanada desenvolviendo su compra, quitando papel y más papel. Al poco rato se acerca a mi con el carrete en la mano y me pregunta: Oye, ¿tu sabes como funciona esto?
¡Pobrecilla! Sin poder contenerme la risa le contesté: Así, de ninguna manera. ¿La cámara era de usar y tirar, no? ¿De cartón? Pues te has entusiasmado en quitar “envoltorio”.
Al final tuvo copias de los trabajos que allí se hicieron.
Mari Carmen
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