5 Octubre
MEMORIAS DE UNA PELUQUERA (IV)
La primera Comunión
de mi hijo, era su pasión.
Todos nos compramos ropa
más un sombrero de copa
añadido a mi vestido,
manía siempre había sido
esta prenda en mi cabeza
que llevaba con destreza.
Madrugué mucho ese día
por si tarde se me hacía
para llegar a la Misa.
Iba peinando con prisa
sin que nadie comprendiera
que la humilde peluquera
también quería arreglarse,
los “perifollos” colgarse
para e ir al mismo compás
que iban todas las demás.
Mi madre me vistió al niño
y a su hermana, con cariño,
el padre estaba dispuesto
y yo seguía en mi puesto
con cepillo y secador,
frente llena de sudor
pensando lo que temía,
pues para mi ya no tendría
ningún tiempo de arreglarme,
cabizbaja conformarme
con una ducha ligera
pintarrajo a mi manera
llevando el pelo mojado.
Y allí se quedó de lado
encima de nuestra cama
como peluche que aclama
aquel singular sombrero
con colores de florero
que yo con tanta ilusión
compré para la ocasión...
y terminó en el ropero.
Mari Carmen
No hay comentarios:
Publicar un comentario