1 Septiembre
LAS CAMPANAS DE LA IGLESIA
En la alborada suena el repique,
ecos de fe que viajan en el viento,
susurros de vida, de amor y de duelo,
marcan los instantes, el paso del tiempo.
Luz dorada del sol que filtra en las piedras,
tejiendo esperanzas en quemadas hiedras,
las campanas resuenan en el aire fresco,
llamando a los fieles, a aquel se aferra.
Cantan las historias de un pueblo antiguo,
en cada campanazo, un latido, un abrigo,
reúnen a los hombres, a mujeres y niños,
en la plaza expectante, donde el alma es testigo.
Su canto es refugio en la noche estrellada,
un faro de calma en la tormenta alzada,
las campanas repican y el eco se aferra,
tejiendo la unión entre el cielo y la tierra.
Así, en cada toque, un corazón palpita,
las campanas son ecos de lo que nos habita,
son voz de la vida, de lo eterno, de lo humano,
unidas en su canto, en el amor cercano.
Ana Moreno