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Mayo
Retamas,
jaramagos, dientes de león,
campanillas
y margaritas en todo su esplendor,
con
malvas verdes al alrededor.
El
pasajero soy yo.
El
agua corre que se las pela sin rubor,
yo
no puedo correr ya; no, no, no…
Que
se vaya adonde quiera con el sol,
que
con las flores me contento como una única posesión.
Tarde
de paseo, mayo al por mayor,
no
he visto nunca primavera mejor;
setenta
años cumplidos: la edad no es lo peor,
lo
peor es que no suene el tictac del corazón.
Adelante,
no importa, que atrevido voy
sorteando
las flores de tropezón en tropezón
por
no humillarlas ni producirlas dolor,
pues
las tengo compasión.
Arriba
en el cielo me canta un pío gorrión,
que
se eleva y se aleja al igual que un avión,
cuya
estela blancuzca en el aire azulado se quedó
para
templarme el alma con su seda de amor.
Tarde
amarilla entre los árboles color limón
y
el agua marchándose de son en son,
tarde
amarilla al sol.
El
pasajero soy yo.
Apuleyo Soto
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