4
Julio
Hoy,
4 de julio...
el
día en que otro pueblo celebra su libertad,
estoy
yo en ansioso movimiento con tus olas.
A
tí, mi amadísima patria...mi femenina patria,
mis
pedazos del alma rodeados de agua por todas partes,
quiero
sacarte a toda prisa de la fiesta.
Hoy,
4 de julio...
¡en
la cárcel de tu mar me quedo presa!
Quiero
despertar a todos con mi grito.
Sobre
tu dolor me he tardado en escupir y ladrar
porque
la inercia de un huracán de siglos me ataca.
Hoy,
4 de julio...
no
podría ser de otra manera.
Tú,
como yo, isla cerrera,
eres
por ti misma ruidosa y caliente
como
las armas y las almas
de
los revolucionarios más fervientes.
Hoy,
4 de julio...
quiero
que nos sentemos en primera fila
con
el alma herida y la palabra interrumpida
a
observar aquellas manos que empuñarán su bandera
y
a dejar que cada una de sus estrellas nos duela.
Que
cada grito de libertad en la nación aquella
nos
recuerde la que a tus orillas aún no llega.
Que
cada artificial estallido retumbe en nuestros oídos
y
que nos borre de un tirón esta absurda indiferencia
que
hace que otros nos hagan creernos felices.
Hoy,
4 de julio...
arremete
a golpes contra mi pecho la sangre borinqueña
que
me corre deprisa por las venas,
porque
toda vá no ha sido como otras,
derramada,
escurrida,
exprimida,
drenada
por la fuerza a través del hueco
de
la más descarada injusticia
perforado
por las balas extranjeras.
Esas
que hoy 4 de julio,
disfrazadas
de libertad, encima de ti celebran.
Hoy,
4 de julio...
frente
al que no quiera escucharme
gritaré
con mi voz de mujer fuerte
hasta
que se rompan en pedazos
los
candados de su mente.
Hoy,
4 de julio...
mi
patrio dolor me vuelve intransigente,
igual
que hay quien no soporta
la
idea de la libertad...
hay
veces que no soporto la libertad de otras ideas.
Hoy,
4 de julio...
me
quedaré contigo bien lejos de la fiesta
y
sólo hablaré de tí, mi tierra.
Tú
mujer y yo archipiélago de islas;
somos
tan paralelas...
nos
han obviado en incontables mapas,
nos
han abierto imborrables heridas.
Hoy,
4 de julio...
ya
me duelen hasta el cansancio aquellos brillantes estallidos.
Me
dormiré, más con la frente en alto
observaré
de lejos la libertad de otros niños
y
me acostaré con los labios sobre el pecho de los míos.
Les
soñaré sus propios festejos,
les
dibujaré otra vez sobre su cabecera
el
estallido de una estrella; sólo una,
y
entre sus manos dormidas les sembraré su bandera.
(Desconozco
su autor) Sacado del blog “Hoy me desperté de arena. Historia de
Puerto Rico y sociedad”
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