11 ABRIL
No quedan más jazmines
en los jardines del himno
que cantaban los juglares
entre acorde, risa y grito.
Caminando y paseando,
solo me quedo conmigo,
pues, de los pocos que quedan,
ya los muertos han nacido.
Hay quien tanto mira al cielo
nublado, buscando un brillo.
Pero es que no quieren ver
que la tierra esconde el juicio.
Tras la lectura del ánima,
el cuerpo quiere ser libro.
No entiende que son dos vidas
las de la roca y el vidrio.
Volviendo a las blancas flores,
inocentes, como niños,
bien podría asemejarme
a la culpa de los siglos.
Y, acabando mis palabras,
que, de nuevo, son caminos,
hay veces que más parecen
luchas entre viento y trigo.
Antonio Cánovas Pinto
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