25 Abril
“Moriscos, los mis moriscos”
cuánto os veo, cuánto os vido
cercando las ciudadelas
a las que tuve y no olvido.
Esto dijo el castellano
que se llamaba Rodrigo
calándose la celada
que la llevaba consigo
antes de asaltar Baeza
conquistada por los mismos
que partieran de Norteáfrica
con sus alfanjes de abrigo
para derramar la sangre
de los cristianos cautivos.
Baeza cayóse al fin
entre unos lances horrísonos
y ni moros ni cristianos
gozaron de paz, prestigio
que a los unos y los otros
otorgaran beneficios.
Guerras de las del antaño
mejor olvidar predico
porque nunca el odio es
bueno en tan macabro oficio,
el de siempre contender
y nunca abrazar, principio
que se debiera tener
en cuenta de lo que digo.
Moros y cristianos somos
tristes y pobres testigos
de que la solución es
amarnos en cualquier sitio
que la contienda se extienda
como enorme maleficio
para todos, que este caso
resalta por lo que digo.
Ni víctimas ni verdugos
estimo yo en lo más íntimo,
que en la paz siempre me encuentro,
de la guerra me retiro.
Apuleyo
Soto
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