24 Noviembre
EL ROSARIO DE MI MADRE
Un rosario grande, grande
yo le regalé a mi madre
para celebrar sus Bodas
de Platino con mi padre.
Un rosario con las cuentas
de madera torneable
y con bronce entre sí unidas
que les servía de encaje.
Más que al cuello alabastrino
lo colgaba ella del talle
de la cintura materna
con nueve hijitos al aire,
la mitad muertos muy pronto,
la otra mitad no se sabe
donde fueron a parar
pues que se los llevó un fraile,
y ya lejos del hogar
no los volvió a ver mi madre,
salvo a mí, que deserté
del convento, aunque bien tarde.
Hoy recuerdo aquellos tiempos
para poder apiadarme
de mí mismo, periodista,
y de mi señora madre.
Ave, pues, Ave, María
Purísima, salve, salve.
Mi alma tiembla gozosa,
nadie más que Dios la ampare.
Con las cuentas del rosario,
que mis dolores no encarnen
en este cuerpo lloroso
que ha de subir a buscarle.
¡Ay qué largo es el destierro
y cuánto anhelo encontrarme
rezando el rosario juntos
con mi padre y con mi madre!
Apuleyo
Soto
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