miércoles, 29 de enero de 2020

29 Enero


29 Enero

Imagina cuán poca música buena habría si, por ejemplo, un director de orquesta se negara a interpretar La Quinta Sinfonía de Beethoven con el pretexto de que es posible que el público ya la haya escuchado antes.
A.P. Herbert

¿Hay rutinas que tu realizas cada día y que se han vuelto tan aburridas que el solo hecho de pensar en ellas te provoca tensión? “¡Estoy tan harto de esto!”, puedes pensar cuando recoges por milésima vez los juguetes e tus hijos, cuando está detenido en un atasco de tráfico de camino a tu trabajo, cuando respondes a las mismas preguntas de tus clientes o vuelves a discutir por las mismas cosas con tu pareja.
Mientras que hay algunas cosas que permanecen invariables – los atascos, por ejemplo, la política de devolución de unos grandes almacenes -, lo que tu pudes cambiar es la forma en que reaccionas ante ellas. Las tareas cotidianas pueden asumir un nuevo significado cuando se prescinde del deseo de cambiarlas o se examina la actitud dante ellas. Del mismo modo en que uno canta una canción que suena en la radio, así, también puedes hacer que algunas de las rutinas de tu vida sean más agradables.
En lugar de sentirte frustrado por los juguetes esparcidos por el suelo de la sala de estar, por ejemplo, puedes convertir en un juego la acción de devolverlos a su caja: primero los verdes, luego los azules, a continuación los rojos, etc.
cuando te encuentres en medio de un atasco de tráfico puedes dedicarte a escuchar la radio. Puedes fijarte en el nuevo peinado de una de tus clientas. O puedes extender una manta en la sala de estar y organizar un picnic familiar. En ocasiones, un simple cambio en la actitud puede hacer que todo tu mundo parezca menos rutinario.

“Seguiré el ritmo” de las mismas viejas melodías de mi vida, escuchándolas como si fuese la primera vez que lo hago.


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