29 Enero
Imagina cuán poca música buena habría
si, por ejemplo, un director de orquesta se negara a interpretar La
Quinta Sinfonía de Beethoven con el pretexto de que es posible que
el público ya la haya escuchado antes.
A.P. Herbert
¿Hay rutinas que tu realizas cada día
y que se han vuelto tan aburridas que el solo hecho de pensar en
ellas te provoca tensión? “¡Estoy tan harto de esto!”, puedes
pensar cuando recoges por milésima vez los juguetes e tus hijos,
cuando está detenido en un atasco de tráfico de camino a tu
trabajo, cuando respondes a las mismas preguntas de tus clientes o
vuelves a discutir por las mismas cosas con tu pareja.
Mientras que hay algunas cosas que
permanecen invariables – los atascos, por ejemplo, la política de
devolución de unos grandes almacenes -, lo que tu pudes cambiar es
la forma en que reaccionas ante ellas. Las tareas cotidianas pueden
asumir un nuevo significado cuando se prescinde del deseo de
cambiarlas o se examina la actitud dante ellas. Del mismo modo en que
uno canta una canción que suena en la radio, así, también puedes
hacer que algunas de las rutinas de tu vida sean más agradables.
En lugar de sentirte frustrado por los
juguetes esparcidos por el suelo de la sala de estar, por ejemplo,
puedes convertir en un juego la acción de devolverlos a su caja:
primero los verdes, luego los azules, a continuación los rojos, etc.
cuando te encuentres en medio de un
atasco de tráfico puedes dedicarte a escuchar la radio. Puedes
fijarte en el nuevo peinado de una de tus clientas. O puedes extender
una manta en la sala de estar y organizar un picnic familiar. En
ocasiones, un simple cambio en la actitud puede hacer que todo tu
mundo parezca menos rutinario.
“Seguiré el ritmo” de las mismas
viejas melodías de mi vida, escuchándolas como si fuese la primera
vez que lo hago.
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